Harvey no mencionó el papel de los capilares, que, por otra parte, no eran observables mediante los instrumentos ópticos de la época.
En 1651, terminó su segundó libro llamado Sobre la generación de los animales. Sus observaciones en los huevos y sobre el desarrollo del embrión le permitieron elaborar ideas muy claras sobre la manera como se forman los seres vivos.
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